miércoles, 1 de noviembre de 2017

Las Gentes del mundo: Elfos

Uno de los aspectos fundamentales a la hora de definir cualquier ambientación de fantasía (o incluso ciencia ficción) son las especies, o razas, que la pueblan. El mundo es la percepción que tenemos de él, las convenciones y ideas son la percepción que el conjunto de nosotros tenemos de él. Por eso, la gente que puebla el mundo en cierto sentido le da forma, y es fundamental entender sus culturas y forma de ver el mundo para poder darle el tono y naturaleza apropiado. Por eso, voy a empezar con esta serie de entradas en las que voy a hablar de las cuatro especies que pueblan el mundo. Aunque luego haya divisiones culturales entre ellas, todas comparten unos rasgos generales.

Las Gentes

Por el nombre de Gentes se llama a las cuatro especies inteligentes y civilizadas del mundo. Como rasgos en común las Gentes tienen una anatomía humanoide, una preferencia por las horas diurnas y culturas que comparten una lengua común, conocida como gentil.

Elfos


Los elfos del mundo son una raza misteriosa de gentes errantes. Nunca se han encontrado más de una docena juntos, y casi siempre se les encuentra en solitario. Se rumorea que en las profundidades de los bosques hay magníficas fortalezas élficas ocultas mediante hechicería y custodiadas por guerreros de cientos de años de edad, pero no son más que habladurías que los elfos no se dignan a discutir.

La mayoría viajan por placer y como una forma de entretener su larga y solitaria existencia. Los elfos no sienten la necesidad de la compañía de otras Gentes, como sucede con los humanos, enanos o medianos, y por eso mismo muchos los consideran altivos y distantes. Sin embargo, los elfos son seres fuertemente pasionales, capaces de las más intensas alegrías y las más hondas pasiones. Dada su naturaleza solitaria y errante, no suelen reproducirse a menudo y cada unidad familiar es un mundo, pues carecen de tradiciones unificadas al respecto. Antes de la treintena alcanzan su madurez y abandonan la familia que les ha criado. Los lazos familiares entre ellos no son particularmente fuertes, y no es raro que padres e hijos puedan llegar a tratarse como extraños. En las tierras civilizadas se les mira con desconfianza debido a la inmensa cantidad de fábulas, supersticiones y rumores que sobre ellos se cuentan.

Los elfos son los eternos testigos del mundo, partícipes de su historia, pero nunca protagonistas, un pueblo sin patria ni identidad unificada más allá de su amor por los bosques y su lengua ancestral. Según algunas de sus historias más antiguas (los elfos poseen una rica tradición oral, pero apenas ninguna escrita) ya estaban ahí cuando los humanos pisaron el mundo por primera vez, y estarán ahí cuando el último de ellos exhale su último aliento.
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 Entre las capacidades de los elfos se cuenta una habilidad de combate aceptable, pero sin duda su característica más llamativa es su magia. Todos los elfos conocen al menos un conjuro, aprendido a raíz de su larga experiencia vital y su natural interés y talento en lo arcano. 

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